Aitor González

Aitor González

Pese a su juventud, Aitor González (Valencia, 1994) es uno de los artistas españoles con un futuro más prometedor. Afincado entre Leeds y la capital del Turia, donde se formó en Bellas Artes, este valenciano ha hecho de su forma de entender la escultura su signo de identidad. Utilizando elementos y materiales de la vida cotidiana, González los saca de su entorno natural y los coloca en un nuevo espacio, desentrañando nuevas significaciones que parten de una concepción de la tierra de nadie existente entre el arte conceptual y su función anterior, entre lo útil y lo reflexivo.

Con exposiciones en ambos países y formando parte de los artistas seleccionados para la última convocatoria de Flamantes, Aitor González no se cierra ninguna puerta. Tras pasar por un estudio en Set The Controls For The Heart Of The Sun, el artista sigue experimentando más allá de la escultura. Su último proyecto, junto a Joseph Legg, le introducirá el mundo del comisariado mientras se prepara para una estancia en el Edinburgh Sculpture Workshop. Y es que Aitor aprovecha cada oportunidad que le surge para aprender y afianzar su pasión por todo lo relacionado con el arte en cada una de sus etapas.

PH – Para empezar, ¿cuándo empezaste a interesarte por el arte?

AG – Supongo que como mucha gente que ha acabado dedicándose al sector mi interés por lo creativo siempre ha sido bastante vocacional, comencé a acercarme a él como visitante cuando iba a museos o galerías y después en la facultad donde tuve la suerte de conocer a gente con la que podía compartir planes, formas de pensar etc. Aunque la escuela fue un punto de partida fue con estas personas con las que comencé a descubrir el carácter más profesional del sector al descubrir convocatorias, asistir a inauguraciones o participar en proyectos.

PH – Y, a día de hoy, ¿qué es el arte para ti?

AG – Actualmente creo que lo he llegado a adoptar como un modo de vida, desde que comencé a dedicarme a tiempo completo a producir me he dado cuenta de que es un terreno muy dinámico y a veces algo hostil. Hay que invertir mucho tiempo y recursos para conseguir profesionalizarte como artista y hay muy poca gente que conozca que haya decidido finalmente comenzar este camino. Sin duda, es un sector muy interesante y con muchas posibilidades, pero hay que estar muy atento y no dejar pasar las oportunidades que se te presentan. Pienso que es un mundo completamente diferente de la visión que te muestran en la escuela, no es lo mismo ver arte, que estudiarlo, que producirlo. Es muy complejo y depende de lo comprometido que estés en seguir a delante.

PH – En ese sentido, para tener 23 años tienes ya una trayectoria importante dentro de este mundo. ¿Cuáles han sido las mayores dificultades a las que te has enfrentado?

AG – Pues yo creo sobre todo por una parte el romper con todas las ideas preconcebidas que tenía, en la institución universitaria promueven muchas veces un sistema con el que no me he sentido del todo familiar, te enseñan el sector a través de una lente que en ocasiones dista con la realidad. No creo que esto sea culpa de nadie, pero sí que creo que hay una falta de contacto con la realidad, en la que los nuevos artistas siempre salen perjudicados. El arte contemporáneo es algo extremadamente complejo y en continuo movimiento, enseñarlo es muy complicado, pero creo que es necesario invertir tiempo en dar mejores herramientas para la profesionalización de los artistas emergentes. Personalmente esta falta de conocimiento la intente suplir con un feedback continuo entre la gente de mi entorno que tenía idea de dedicarse a este mundo y por medio de los consejos de gente que ya tenía experiencia. Tuve la suerte de ayudar como asistente en una galería de Valencia (donde estudiaba) durante mi último año en la carrera y estoy agradecidísimo de haber conocido como funcionan algunos aspectos de este sector.

PH – Has estudiado en Valencia y Leeds, ¿ves diferencias notables a la hora de la formación del artista entre España y Reino Unido?

AG – Muchas. Mucha gente me ha preguntado por cual elegiría y pienso que ambas tienen sus pros y sus contras. En Valencia tuve una formación muy tutorizada, basada en la técnica y donde el docente forma un papel muy importante a la hora de desarrollar los proyectos, esta metodología ayudaba mucho a la hora de plantear de forma organizada las propuestas, defenderlas y asegurarte de que su resultado era el correcto, pero dejaba muy poco espacio para la investigación y nada para el desarrollo profesional, el curso no disponía de estudios para los alumnos así que, a no ser que dispusieses de un espacio de trabajo, tu producción se reducía a las clases y a la técnica que se imponía. En Reino Unido el sistema era completamente diferente y se basaba en la pura experimentación, más de un 70% de los créditos estaban dedicados a un estudio, la metodología era absolutamente flexible y en ella tu decidías la cantidad de proyectos a realizar, el tiempo dedicado a cada uno, el modo de presentación etc. Literalmente, te lanzaban al mundo real sin flotador. Esto daba mucha libertad a la hora de realizar propuestas, pero muchas veces existía una falta de conocimiento adquirido. Te encontrabas en situaciones donde sabias el resultado que querías, pero no tenías ni idea de cómo llegar a él.

PH – Has estado en Set The Controls For The Heart Of The Sun, una organización dedicada a la promoción de artistas emergentes, hasta que cerraron sus estudios, ¿nos puedes adelantar en qué proyectos has estado trabajando allí?

AG – Me encuentro muy ligado a Set The Controls For The Heart Of The Sun, conocí su trabajo hace un par de años como visitante, posteriormente estuve en contacto con los organizadores más adelante me ofrecieron tener un estudio con ellos. La organización me ha ayudado mucho profesionalmente ya que ofrece muchas oportunidades para darnos visibilidad no solo dentro de Reino Unido sino también fuera por medio de residencias, colaboraciones y un programa de exposiciones. Leeds es una ciudad con un caldo de artistas emergentes muy importante y para mi estar aquí significa continuamente estar influenciado por gente con trayectorias impecables de las que puedo sacar mucho. Actualmente estoy desarrollando además de mi obra artística un proyecto comisarial junto con un artista inglés, Joseph Legg, donde vamos a convertir una sala de calderas en un espacio expositivo experimental. Con respecto a mi propia producción este año comencé desarrollando una exposición individual en la nueva galería de Set The Controls For The Heart of The Sun, en España, hace un par de semanas finalizó una exposición individual para una galería en Zaragoza y algunas de mis piezas han sido enviadas a Panorama 2017, en la galería Fran Reus de Palma de Mallorca. Además de todo esto intento continuamente desarrollar obra y estar interesado atento sobre convocatorias que van apareciendo.

PH – Eres uno de los artistas seleccionados en la última edición de Flamantes, ¿qué aportan este tipo de iniciativas a la carrera del artista emergente?

AG – Sobre todo visibilidad, pienso que es muy importante que existan plataformas que reconozcan el trabajo de artistas emergentes y que los apoyen en sus contactos con la realidad del sector. Crear un puente entre las instituciones y las propuestas más emergentes es fundamental cuando se está comenzando. Facilitar esto demuestra un compromiso muy fuerte que no muchas organizaciones se atreven a llevar a cabo.

PH – Hablando sobre tu trabajo, te desenvuelves mayormente en el terreno de la escultura, ¿qué es lo que más te atrae de esta disciplina?

AG – Yo pienso que las posibilidades que ofrece. Aunque siempre he intentado no reducir mi disciplina artística a la escultura es cierto que siempre me he sentido muy atraído por el plano tridimensional. Me interesa mucho, por ejemplo, como un espacio expositivo puede cambiar en función de lo que se presenta en él. Últimamente me he sentido muy atraído por los objetos urbanos, como su familiaridad juega un papel importante en nuestro acercamiento a ellos y como pueden ser presentados en una sala de exposiciones de una forma poética. Ocupar el espacio ha sido siempre uno de los temas que más me han rondado por la cabeza y creo que la escultura, por definición, puede ser una forma de abordar el tema satisfactoriamente. Aun así y como he dicho antes no me gusta mucho centrarme en una disciplina, mi idea es intentar acercarme a un modo de producción más creativo donde me sienta más libre para crear, no me interesa hacer esculturas, sino interpretar lo que me rodea y me gusta.

PH – También te hemos podido ver participando en muchos fanzines, ¿qué ofrece este formato al artista emergente?

AG – Comencé a colaborar en fanzines hace algún tiempo cuando estaba en Valencia porque la mayor parte de mi entorno estaba muy relacionado con el diseño gráfico y con el libro de artista. Da mucha experimentación y es un modo muy interesante de mostrar obra, es también muy fácil de producir y permite acceder a un público muy diferente al que acude a galerías. Soy muy defensor de cualquier proyecto autoeditado y aunque es duro a veces de distribuir, el resultado siempre es reconocido por la gente afín. He estado pensando últimamente que sería interesante desarrollar algún tipo de fanzine que sirva de apoyo para mi discurso artístico.

PH – ¿Cómo definirías tu discurso artístico?

AG – Mi obra parte mayormente de objetos o materiales manufacturados, fácilmente reconocibles en el entorno urbano. Me interesa jugar a deconstruir su significado y a la vez conocer el mío como productor cultural. reconstruir este significado es para mí un acto puramente egoísta, donde se produce un movimiento performativo de transformación del objeto.

Me gusta pensar que las piezas, al insertarse en el contexto de una exposición, tienen la oportunidad de abstraerse del ciclo producción- consumo que los creó y situarse en un punto intermedio entre la mercancía y la producción cultural, una especie de “no man’s land” entre su materialidad perecedera y la inmutabilidad que reviste su recién otorgada condición de signo cultural. Muchas de las obras, al ser tan personales se convierten en microsistemas, en enigmas donde el espectador solo puede conocer el sedimento cultural que han dejado los objetos. Para mí, el espacio expositivo es un elemento muy inquietante, un lugar donde se da el tránsito de un polo a otro de la dualidad, es decir, de la vida al arte, de lo material a lo informe, del objeto al concepto.

PH – Y, para acabar, ¿dónde te ves en los próximos años? ¿Y dónde te gustaría estar?

AG – Bueno, no me cierro a ninguna oportunidad que pueda surgir en el futuro. Me encantaría seguir adelante con este proyecto y conocer mucho más todo este sector y poder compartir mis intereses con un público más amplio. No descarto instalarme en un lugar fijo, aunque ahora este residiendo a medio camino entre España y Reino Unido no lo veo para nada como una dificultad, de hecho me supone una forma de estar continuamente conociendo a gente y aprendiendo.

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